Entrevista a Ana María Ramírez Limones «La Yiya»

Matural de La Puebla de Cazalla en Sevilla, abrió el ciclo Los Viernes Flamencos del Ramos compartiendo cartel con Manuel Cástulo y la guitarra de Antonio Carrión el pasado día 2 de julio. Algunos días después, hemos tenido ocasión de hablar con ella.

Ana, ¿Qué tal te sentiste en Zamora?
Estupendo, un sitio precioso, gloria, muy bien.

Fotografía de Fidel Meneses

¿Cómo has llevado este último año?
Bueno, pues como todo el mundo, en cada profesión lo hemos sufrido, aunque el mundo del arte yo creo que ha sido uno de los más perjudicados, lo hemos pasado muy mal, sobre todo por la incertidumbre de no saber lo que estaba pasando, ni cuándo se iba a acabar y qué pasaría después de todo esto.

Pero la verdad es que yo he tenido mucha suerte, realmente he estado sin trabajar los meses que estuvimos confinados, después la verdad es que no he parado, a veces más y a veces menos, pero en realidad no he parado, aunque también se han tenido que suspender varias cosas. Por ejemplo el baile, yo creo que los que se dedican al baile han estado peor, por ejemplo actué en Madrid en noviembre con mi espectáculo Embajadores y va con bailaores. Antes de salir a escena me decía la bailaora que estaba muy nerviosa porque llevaba 8 meses sin bailar, o los que trabajen en un tablao, pues tampoco han podido trabajar. Pero bueno esperemos que ya se vaya acabando y confiando en la responsabilidad de cada uno.

Te vi cantando el Resistiré desde tu balcón cuando estábamos confinados y fue emocionante.
Pues mira, dentro de lo malo eso fue una experiencia muy bonita porque yo, me compré mi casa con dos buenos balcones, y yo decía, hay que ver qué pena, con los buenos balcones que tengo y que por aquí no pase ningún santo y yo no pueda cantar ninguna saeta. Y fíjate, en la cuarentena canté por saeta en el balcón. Y esa de Resistiré yo me acuerdo que la canté con el corazón en la garganta porque eran esos días que como te decía no sabíamos lo que iba a pasar. Es que ha sido muy grande lo que hemos vivido.

¿De dónde sale tu afición?
Pues mi afición me viene por un fin de curso del colegio, ensayando el baile de fin de curso, yo tendría 8 años, me puse mala y no pude ensayar y cuando volví ya no podía bailar porque ya mi puesto lo habían ocupado. Eso para mí fue un trauma, empecé a llorar… y mi hermana Mari Carmen que sí cantaba, me enseñó unos fandangos de Huelva y Los Campanilleros de la Niña de la Puebla, entonces yo en el baile de fin de curso los canté sola, a capela. Y a raíz de eso, un vecino de la Puebla, que le decimos Pepe el de la Barbarita, que tenía una joyería, le preguntó después a mi hermana por mí y le pidió que me llevara con él, porque ese hombre es muy aficionado y además canta muy bien, fui, le canté Los campanilleros y como ya era la época de la Semana Santa, me enseñó unas saetitas… y luego ya me presenté al concurso de Cristina Heeren y gané y ahí ya empecé a aprender con Naranjito de Triana, José de la Tomasa, Calixto Sánchez, Manolo Franco, José Luis Postigo…

¿Y cómo surgió el que José Menese fuera tu padrino artístico?
Como él era de aquí, de la Puebla y además estaba aquí, en la viña, yo me iba muchas tardes y él me ponía cantecitos por soleá y me montaba cosas, me acuerdo, con la grabadora. Tengo cintas guardadas dándome clase por seguiriyas, por soleá… Y un día me dijo que iba actuar en Madrid y que fuera con él que me iba a apadrinar, y me llevó a Madrid, tenía yo 17 años y fue en El Escorial.

Fotografía de Paco Sánchez

De ahí, a irte de gira con Cristina Hoyos, una gran experiencia ¿no?
Bueno yo creo que nunca le voy a pagar a esta mujer lo que hizo por mí, porque yo era una niña con 17 años y ella creyó en mí totalmente. Tuve la oportunidad gracias a ella de conocer. Prácticamente todo el mundo, también de madurar, porque estaba mucho tiempo fuera de casa y convivir con una compañía enorme. También aprendí a cantar para baile, de llevar un espectáculo entero por delante, porque yo hacía con ella tres, Mar Adentro, Tiempo y Compás y sola hacía el de Yerma, yo era la voz de Yerma. Así que aprendí mucho en lo personal y en lo profesional.

¿Y cómo fue que te eligió a ti?
Pues me acuerdo que iba yo una tarde para el Mercadona con mi madre y mi hermana la que murió, y yo tenía uno de esos teléfonos móviles de antes de ladrillo, que yo tenía porque ya me llamaban para contratarme. Me llamó Tina, la sobrina de Cristina Hoyos para decirme que había una audición en Sevilla, en La Pañoleta, y me querían escuchar. Yo no me lo podía creer porque Cristina para mi es una persona muy grande dentro del flamenco. Total que fui y allí estaba José Luis Rodríguez a la guitarra. Estuve probando unos cantecitos y me dijo: “Ya no hay que escuchar nada más, estás dentro”. Después, al cabo de los años, me he enterado que fue
Manuel Martín Martín el que habló por mí.

¿Crees que es más difícil para una mujer vivir del flamenco?
No, hoy en día no. Yo no noto la diferencia a día de hoy entre una cantaora y un cantaor flamenco a la hora de que te llamen, hay meses más buenos y meses más malos, pero como todo el mundo.

¿Tienes algún tipo de ritual o manía a la hora de subir al escenario?
Sí, tengo muchas. Antes de subir tengo que persignarme tres veces seguidas, el primer pie que pongo en el escenario tiene que ser el derecho y a la botella de agua que me den, le tengo que quitar la pegatina, si no, no estoy tranquila. Alguna vez la pegatina ha sido complicada de quitar y lo he pasado malamente… Ya es algo que hago por inercia, va con el lote de la Yiya, la Yiya se va a sentar en la silla pero antes, tiene que hacer todo esto…

¿Te gusta escucharte después de un recital?
No, no lo soporto. Mira el otro día viniendo con Manuel Cástulo y Antonio Carrión lo estuvimos hablando, porque nos estaban enviando los vídeos y le pregunté a Manuel si él se podía escuchar, y me dijo que él no. Yo a lo mejor cuando he hecho una actuación y me dicen: “ has estado muy bien”, y me lo dicen muchas veces, pues entonces ya lo escucho. Pero no me gusta porque como yo soy quien mejor me conozco, me noto muchísimos fallos.

¿Cómo se estudia el flamenco?
Pues escuchando mucho, y aún así es una carrera que nunca se acaba de aprender, te mueres y no lo sabes todo. Y ahora lo tenemos más fácil, pero antes las criaturas ¿cómo hacían?

En persona…
Claro en persona, por eso por ejemplo hay tantas malagueñas, porque yo te iba a escuchar a ti, que eras Concha la Peñaranda y yo era Tomás Pavón, por ponerte un ejemplo, y yo te escuchaba tu malagueña y ya me iba yo con esa malagueña por el camino, pero ya por el camino yo, le hacía una cosita mía, pues malagueñas de Tomás Pavón, le ponía yo mi sello, y ya entonces venía por ejemplo la Trini, me escuchaba a mí y así se hacía todo, de oídas.

¿Es importante la letra en el flamenco o únicamente importa la manera de ejecutarla?
La letra es muy importante, sobre todo en el flamenco, porque si tú no sabes lo que estás cantando, si no entiendes la letra, tú no te puedes meter en esa canción o en ese cante, o así es como lo pienso yo.

¿Qué tal te encontraste con Antonio Carrión acompañándote?
Pues tuve una seguridad del 200%, porque es un pedazo de artista y nada más abrir la boca ya sabe lo que voy a cantar, a mí me gusta mucho improvisar, pero para poder hacer eso hay que tener a alguien al lado con el que sepas que no vas a tener problemas.

Pues ha sido un placer hablar contigo y escucharte, muchas gracias.
Muchas gracias.

Entrevista realizada por Estefanía Regalado para Foro Flamenco Zamora